No me digas ahora que tienes esa falsa creencia,
que te auto aplicas tan triste y dura sentencia,
si dejamos todo en manos de la providencia,
posiblemente toda nuestra alegre existencia,
se vea triste con una inusitada cadencia.
Tampoco hablaran tanto los que nos conocieron,
y si lo hacen es porque nunca lo recibieron,
nunca recibieron tanto amor como quisieron,
y nos critican por lo mucho que ellos sufrieron.
La única verdad que puede ser predicada,
sin que por ella haya una lágrima derramada,
será reunir nuestras almas en una mesnada,
por tu amor pienso luchar con ardor con mi espada.
Tu preciado amor me lo trae vivo y fresco el viento,
para tenerlo he empleado todo mi talento,
como testigo tengo estrellas del firmamento,
y si muero joven, lo dejo en mi testamento.
Este amor tan grande nunca lo profetizaron,
los profetas nunca supieron ni predicaron,
con el paso de los tiempos se ve que fallaron,
algunos de ellos imaginaron y rezaron.
Tampoco es usual encontrarlo en muchas ciudades,
en algunos casos solo lo saben los abades,
al controlar de cerca todas las tempestades,
los amores caen en sus eternas soledades.
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