Mientras ando ridículo por tu albero,
El tendido que antes me hacía cosquillas,
Ahora me produce un gran desespero.
Parece que tu corazón es sordomudo,
Lleno de grises socavones lunares,
Siempre quieres lo ancho del embudo,
Dejando lo estrecho para mis andares.
Provocas que me vaya con jineteras,
Cuando tú eres mi única ambición,
Me dejas el alma seca como esparteras,
Cada noche, a solas, mirando la televisión.
Me pueden robar tus horas de oficina,
Pero son mías tus largas noches eternas,
Siempre que te veo doblar alguna esquina,
Me entra un intenso tembleque de piernas.
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