Durante cinco años has sido mi guía,
he tragado por ti el polvo del camino,
siempre con la esperanza del buen peregrino,
porque eso era lo único que quería.
Mi soledad se acostumbró a tu compañía,
solo en pensamiento, menudo desatino,
más que nunca es cruel el triste destino,
aunque ando sobrado de buena energía.
Y ahora me lanzas un reto cobarde,
porque tú te sientes sin fuerza,
y parece que te olvidas de olvidarme.
¡Cuán triste vas a estar cada tarde!
cuando la melancolía te retuerza,
y no puedas ni tan siquiera llamarme.
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