Estabas muy feliz con tu muñeca de trapo,
Citabas en los aljibes como citan los sapos,
Yo me desgañitaba ofreciéndote canciones,
Mi voz temblaba presa por tantas emociones.
Me dejabas el corazón hecho un guiñapo,
El alma herida cosida de esparadrapo,
No existía ninguna de tus direcciones,
Y no tenía claro cuáles eran tus intenciones.
Siempre me despedías con un buen sopapo,
Yo siempre pensaba: ¡a ver si me escapo!,
Aunque nadie parecía oír mis oraciones,
Te aseguro que tengo más valor del que supones.
El quererte no tiene escondido ningún gazapo,
Así es como te ofrezco mi corazón y lo destapo,
Ya sabes lo que pretendo así que tú dispones,
Te entrego todo mi amor limpio y sin condiciones.
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