Como el amor que sobrevive
Aterido y helado,
Como la despedida fría
Y sin vuelta atrás,
Recuerdo los recuerdos
que mi mente escribe,
el vaho apasionado
sobre el liso cristal,
Haciendo un mapa del deseo final.
Ya ves, yo que nunca tuve
Ni los mejores ánimos de cualquiera,
Siempre tras tu sombra anduve,
Sin saber a ciencia cierta
Por qué tú y quién eras.
Ni antes ni ahora comprendía
El por qué yo tanto te quería
Sin más,
Tus lunares “Mapamundi” sin igual.
Este tren no tiene apeadero
El final del trayecto
no tiene salida.
Ayer no me querías,
hoy no te quiero,
mi vida es un ángulo recto
y tú sin quererlo
eres mi tren de cercanías.
Me miro en los espejos
Y no te reconozco,
Parece que a lo lejos,
Se adivina tu figura.
Todo es un esperpento,
Que bien me sabe a poco
Y aunque ando como loco,
Te quiero.
En mi cielo eres una estrella fugaz.
Pienso en si te perdiera,
que no lo soportaría,
Por eso busco la manera,
De que no te escapes y seas mía.
De vez en cuando te asomas
Al balcón de tu alma,
Es cuando coges mi mano y tomas
Mi corazón con calma, eres muy tenaz.
Llegas tarde para pedirme la cuenta,
No la tengo ni te la pienso hacer,
Ahora por encima de los cuarenta,
Lo único que quiero es envejecer,
Con botella de whisky y un diario,
La carta de ajuste y un calendario,
Agazapado en el piso de mi colmena,
Esperando el momento en que merezca la pena
el volverte a querer.
el volverte a querer.
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