Hoy tampoco te veo, así que maldigo mi suerte,
Mis ganas siguen intactas, nunca menguadas,
Camino nuestros caminos con deseo de verte,
El pelo se platea, las sienes lucen arrugadas.
El color de la luz del candil sigue amarillo,
A su cobijo ya no queda por arder más cera,
Me he de conformar con la sombra del arbolillo,
Tocándome la cabeza para poder tocar madera.
El viento nunca responde a mis preguntas,
El sol luce majestuoso siempre allá en lo alto,
La luna llena no llega y parece una quimera.
Y yo me bebo el viento afilado con sacapuntas,
Y me subo a la montaña para poder dar el salto,
Y desespero sentado a que me llegue la primavera.
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