Cómo aprieta el mocho de la escoba,
Contra un suelo frío, pétreo y duro,
Embobado, mi alma la mira fija y boba,
Pensando: ¿cuando llegará el futuro?.
Roce de dedos, de manos, de alma y de piel,
Segundo eternos en los que se dice todo,
La realidad despierta con toda su hiel,
Un adiós triste, el alma se cubre de lodo.
Cada mochuelo vuela triste a su olivo,
¡cuán difícil es malvivir la tristeza!
El alma se alimenta de hechos furtivos,
Se mantiene en la retina toda su belleza.
El horizonte es una valla llena de espinas,
Corona que otrora coronó a alguien divino,
Liebres navegando la mar, en el monte sardinas,
Mi amor tropieza contigo, por ser tan cristalino.
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