Ni siquiera eres ya quien atiza
este amor que ya se ha apagado,
se ha convertido en volátil ceniza,
harto de arder esperando, descontrolado.
Yo sigo en pie guerrero y te espero,
aunque caigan rayos y centellas,
el quererte me sale con mucho esmero,
hasta me tienen envidia las estrellas.
El firmamento se ha puesto celoso,
Los luceros hacen huelga de brillo,
Se niegan a caer las estrellas fugaces.
No me interesa vender la piel del oso,
Lloraré desconsolado como aquel chiquillo,
Hasta que sonriendo hagamos las paces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario