en leerlos rápido y de una sola vez,
en tirarlos arrugados a la papelera,
en pensar que por la boca ama el pez.
Sin pensarlo, sin un lamento,
Tanto esfuerzo en crear algo bonito,
para que dure lo que dura un grito
y luego, si te he visto no me acuerdo.
Llegará el día en que te los pueda leer,
en primera persona a la luz de una lumbre,
entonces podré cambiar tu costumbre,
de tirarlos tras leerlos con rapidez.
Supongo que no disfrutas cuando lo haces,
si no que tu miedo, más bien es atrevido,
te hace suspirar hondo, para hacerte las paces,
pero tengo claro que nunca caerán en el olvido.
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