donde casi nada es lo que parece,
aunque bien sabes que tu mereces,
que este amor sea imperecedero.
Entre Úbeda y sus famosos cerros,
anduviste perdida entre antojos,
ahora pretendes negarte a mis ojos,
y me tiras encima los perros.
Pero yo te sigo con paso firme,
con la fe del que no desfallece,
ni se me ocurre tirar la toalla e irme.
Cada vez que me miras te estremeces,
y yo a la vez creo morirme,
eso es lo único que resplandece.
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