Hay que saber hacer equilibrio
para salir airosa de la cuerda floja,
sin que te afecte ese airecillo que flota,
aferrándose a ti con renovado brío.
Hay que tener bien puesta la cabeza,
y saber saltar sin red al vacío,
cuando te dicen que ha perdido el sentío
y aunque no es creyente, incluso reza.
Hay que despertar a esa equilibrista,
sacarle el corazón de la trinchera,
hacer que le florezca la primavera.
No permitirla que se pase de lista,
pues en la larga espera, desespera,
mi alma ya está esperándola fuera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario