Mirando el horizonte
donde se junta el cielo y la mar
a mi espalda están los montes
que nos separan del verbo amar.
Observando la playa
y las olas tan tranquilas
el mar está en calma
y mis sentimientos de rodillas.
Desesperado en la espera
de poder verte pasar
desesperado en la espera
de poderte volver a besar.
Así se me pasan las mañanas
las tardes y los días
los meses, las semanas,
los segundos y las vigilias.
Esperando que se nos pase
que recobremos la normalidad,
que nos riamos en otra fase,
en otra etapa de nuestras vidas.
Mientras tanto en libertad vigilada
intentas ser feliz,
sabedora de que estás controlada
sin poder disfrutar del más mínimo desliz.
Claro que los problemas los tienen otros
que hablan con meridiana claridad,
para que hablar de nosotros,
es mejor hablar de vosotros,
¡ menuda temeridad !.
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