Hemos vivido días de rosas inolvidables,
Ahora el corazón anda alicaído e impaciente,
Mis sueños son más que nunca insaciables,
En busca de tu alma cándida y ardiente.
Los días comienzan a ser interminables,
Tu ausencia es lo único que no miente,
Solo hago cábalas por adivinar tu regreso,
Cada alba espera desesperada el anochecer,
¡Lo que yo daría hoy tan solo por un beso!,
Por poder abrazar tu cintura cada amanecer.
¡Ya ves!, tienes a tus pies mi corazón preso,
Llorando de tristeza y pena cada atardecer.
Regalarte cada día una rosa, un rojo clavel,
Revivir juntos y abrazados nuestro pasado,
Besar sin descanso tus labios de rica miel,
Dejar dormir mi corazón siempre a tu lado,
Acariciar cada segundo de mi vida tu piel,
Olvidarme de que igual ya me has olvidado.
¿Cuánto tiempo puedes aguantar este tormento?
Así vas a llegar pronto al final de mis días,
No sé si te has hecho un conjuro o un juramento,
Para negarle en redondo a tu alma más alegrías,
Tu voz y su eco me lo trae de vuelta el viento,
Una sonrisa tuya puede acabar mis melancolías.
Sueño siempre con el momento de volverte a ver,
Nunca te podrás imaginar ni la fuerza ni la pasión,
Estoy seguro que te amaré, incluso, si volviese a nacer,
Cada día me crezco e invento ante ésta situación,
Tengo claro que mi sino contigo es y será perder
Hay días en los que no puede llorar más mi corazón.
No quiero acuciarte ni meterte en el cuerpo premura,
Pero seguir así es insufrible, para volverse demente,
Tus ojos, al verme, me hablan con infinita ternura,
Mi alma ya te juró amor sin desmayo y eternamente,
Solo con pensarte mi alma se ablanda con dulzura,
Y agradece verte pasar un segundo, tiene suficiente.
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