Nueva York se fundió en sus altas Torres Gemelas,
Un once de Septiembre a aquellas malditas horas,
Los aviones iban ya con mortuorias esquelas,
Tiñendo de gris horas tristes y conmovedoras.
Madrid se despertó con enorme y fuerte estruendo,
Aquel triste once de Marzo en que Atocha se sangró,
¡Cuántas víctimas inocentes fueron muriendo!
Aún hoy nadie sabe el por qué así sucedió.
Londres pagó esa lúgubre factura en el metro,
Un siete de Julio, riego de sangre inocente,
Asesinos desalmados cogieron su cetro,
Es muy simple: ojo por ojo y diente por diente.
París tuvo también el dibujo de la diana,
Un trece de Noviembre se llenó de fría muerte,
Bataclan fue convertido en un hoy sin mañana,
Por las terracitas paseó la mala suerte.
Bruselas es el negro y penúltimo episodio,
De gentuza que mata a anónimos civiles,
Tan sólo generan y creen en su propio odio,
Todas las religiones son así de febriles.
Cambrils y
las Ramblas de Barcelona
Echaron sangre en un furgonetazo,
La cruel maldad con zarpazo de leona
En plan matona, dejó su arañazo.
Ni Cristo, ni Buda, ni Hare Krishna, ni Mahoma,
El matar por matar es de locos asesinos,
Por todos estos despojos la humanidad no asoma,
¡Ni la religión ni la hombría son sus caminos!
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