El caballo de Atila, Rey de los Hunos,
Dicen que ganaba todas las batallas,
Porque sus cascos eran como murallas,
Donde no cabía sentimiento alguno.
Tan solo trato de ser yo mismo, uno,
Que no puede ver cómo su alma se calla,
Porque tiene claro dónde se halla,
En espera del momento más oportuno.
Sé que tengo difícil alcanzar tu corona,
Tus gatos para mí son leopardos,
Mi momento contigo será ninguno.
Tienes postrada a tus pies mi persona,
Tus ausencias se me clavan como dardos,
Mi penitencia es mi propio ayuno.
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