¡Sufro tantísimo estando inerte en tu lejanía!
Que no siento temor a saber a qué me enfrento,
Mi alma suelta “quejíos” adornados de lamento,
Tan solo puede consolarse ahora en tu cercanía.
Mi corazón ensaya a tu vera su sinfonía,
Deseoso que le llegue el oportuno momento,
Para que luzcas tu belleza en su firmamento,
Solo tú eres la directora de mi melodía.
Estaremos juntos al fin en la lontananza,
En la que solo te darán cobijo mis brazos,
De momento mi alma tan solo sufre y se parte.
Decídete porque me matas con tu tardanza,
Efectivamente son sólidos nuestros lazos,
¡No te imaginas lo mucho que suelo soñarte!
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