Su alma ya no se agita,
su corazón está condenado,mi flor luce marchita,
parece que ya me ha olvidado.
Sin embargo a veces resucita,
dando vida al ajusticiado,
vuelve con fuerza y palpita,
no todo está acabado.
¡Cuánta alegría suscita!
con un gesto aterciopelado,cada vez más lista y erudita,
con menos pose de robado.
Maldita la hora maldita,
que dejé de estar enamorado,este corazón aún hoy grita,
demasiado malhumorado.
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