Para disfrutar de esta intimidad,
Mantengamos la mente bien despierta,
Porque en ello nos va la libertad,
Que no nos luzca la cama desierta,
Si no, más bien, como una frondosa huerta,
En ello viviremos nuestra gran seguridad.
Ya no soporto más el tormento,
De amarte en la maldita distancia,
Ni tampoco el más ligero lamento,
De no poder gozar de tu fragancia.
Amarnos debiera ser nuestro infinito,
Hasta que nos llegue la muerte,
Tengo muy claro lo que necesito,
Por ello busca esa clase de suerte.
A veces damos por perdido el combate,
Andando como zombis, muertos de vida,
La ansiedad quiere tumbarnos con su embate,
Pero resistimos en pie cada herida,
Y con resignación cada embestida,
Para poder ponernos en el escaparate:
¡Solo podrá separarnos la muerte!
¡Conocernos fue la mejor suerte!
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