sábado, 2 de noviembre de 2019

4452 RIPIOS MALABARES 73 B

 
Yertas las yemas de mis dedos muertos,
Alcanzarán el gélido frío del invierno,
E intentarán entonces, en un esfuerzo
Postrero, quedar con la vigencia de tus deudos,
Asiéndose a tu falda en el cortejo.
Esta vida ha sido un camino estrecho,
Llevándonos siempre al extremo del extremo,
De un desconsolado hasta luego,
En el que nuestras almas se baten en duelo.
 
Vivo o muerto, seguiré siendo el sepulturero,
Que vivió a tu vera su vida, pero de lejos,
Sin abandonar nunca ese privilegiado puesto,
Ni por el más mínimo instante o momento,
Porque alejarse más de ti, era estar muerto.
 
Este interminable y grisáceo invierno,
En el que nunca tuvimos a favor el viento,
Amenaza su final en potente aguacero,
Porque no pudimos llegar a un acuerdo.
 
La sal de tus lágrimas serán un son eterno,
Cuando sople la tramontana o el cierzo,
Para verte buscaré un bendito hueco,
Aunque tenga que ser entre mis huesos.
 
¿Acaso somos polvo que vuela al cielo?
Acabamos nuestras vidas entre el cieno,
Debatiéndonos entre el quiero y el puedo,
Abonados a un sempiterno y triste duelo,
Que nos lleva, perenne, al reino de los muertos.

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