Ante tu embustera frialdad yo me alzo,
Piando con estruendo como gorriones,
En el filo de tu alambre doy un salto,
Sin paracaídas y sin más motores.
Ahora sé que perdiéndote, gano,
Ya que tengo que avanzar como un hombre,
Hubiese ido mil veces a tus brazos,
Más la abeja se ha quedado sin polen.
Queda mi corazón deshilachado,
Y desvelado en una eterna noche,
Yo que tanto confié en obrar milagro,
Y ahora mi alma se llena de azogue.
La eterna desesperación es gamo,
Que corretea entre pinares y bosques,
A veces parece faltarle campo,
Un páramo lleno de mustias flores.
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