Mi corazón como caliente lecho,
Para poder esquivar tantas balas,
Que nos lanzan los alcahuetes fieros.
Así que queda presta y colocada,
Que ahora debe soplar viento nuevo,
Arrullémonos entre las sábanas,
Dándole gozo a nuestros tristes cuerpos.
Aprovechemos que el corazón salta,
Con mayor alegría y mucho gracejo,
Cuando está al sombrajo de tus pestañas,
Y la camisa no le llega al cuello.
La vida mía nunca está apaciguada,
Alejada de ti por mucho tiempo,
Se me nota hasta triste mi mañana,
Y ya ni canta alegre aquel jilguero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario