Deja de lanzarme tu fea metralla,
Ya sé que no quieres verme ni en sueños,
Deja de utilizar las armas blancas,
Contra el fiel alegato de estos versos.
En tu cama libraremos batallas,
Que tendrán como balas nuestros besos,
y podremos apaciguar las aguas
que riegan las bellas flores de almendros.
El futuro será nuestro mañana,
El que nos llevará a tus aposentos,
Sin dejar ninguna alma lastimada,
palpitando con estruendo en los pechos.
Este amor se construye y se levanta
Por encima de colinas y cerros,
Cuando la vejez viene con su escarcha,
La juventud nos recibe con su eco.
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