Recuerdo aquel primer beso que me diste,
En la esquina de la barra pude lograrte,
Por el pasillo era como andar por Marte,
Con aquel instante por siempre me elegiste.
La esquina de la barra cambia, pero existe,
Mi gran sueño es volver y poder hallarte,
En mi corazón eres ya buena juez y parte,
Aunque tu alma empecinada resiste que resiste.
Al final se sale con la suya el que quiere,
Por eso yo acabaré seguramente mis días contigo,
Eso sí, será cuando tu alma lo considere.
Mientras tanto yo a diario con lo mío sigo,
¿De verdad que mi cabezonería nada te sugiere?
Caer un día en tu olvido sería mi peor castigo.
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