martes, 26 de febrero de 2013

1003 EL DÍA QUE NO TE PERSIGA


El día que no te persiga,
que aparentemente me haya olvidado de ti,
seguiré estando contigo.

Ese día, no lo dudes ni un instante,
sentirás un frío gélido en tu corazón,
el mismo frío que llevo sintiendo yo
desde hace meses debido a tu indiferencia,
con mi corazón tiritando
en la más absoluta oscuridad.

Ese día, insisto,
me buscarás en mis poemas,
en una frase, en una sonrisa,
en el aletear de los pájaros
con sus gorgoritos y sus alegres trinos.

Me buscarás en el viaje etéreo de las nubes,
en un rayo de sol, en un copo de nieve
o en una gota de agua de fina lluvia.

Volverás a brindar con las silla vacía
de aquella mesa de aquel restaurante
donde comimos algo frugal entre risas.

Ese día, repito,
te acordarás de tantos besos que no me has dado,
de los cortados que me has despreciado,
aún sabiendo, como se,
que te morías de ganas de hacer todos
y cada uno de ellos conmigo.

Esperarás con impaciencia
a que suene de nuevo tu teléfono
y al otro lado esté mi voz repitiendo
tantas cosas bonitas que he lanzado al viento
en estos últimos meses,
sin obtener más eco que un estridente silencio.

Para tu desgracia y la mía
ya no será posible.
Ya no estaré más ahí
haciendo tan soberanamente el tonto.

Y seguirás buscándome
escondido tras alguna letra preciosa
de alguna preciosa canción.

Así seguiré estando contigo.
Cada vez que te acuerdes de mi,
y cada vez que se te escape esa sonrisa
que siempre se te escapa cuando piensas en mi.

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