Ayer, cuando yo era algo más viejo,
Te contaba cuentos de colorado colorín,
ahora rejuvenecido acepto tu consejo
y te canto sentado en un polvorín.
Tengo preparado un arsenal de sentimientos,
Que siempre acaban apuntando hacia ti,
Nacen y crecen retorcidos como sarmientos
Llenos de inmensos dolores con pedigrí.
Las arrugas del viento me traen tu silencio,
Que va taladrando una espesa niebla,
Tu corazón asoma como el mejor indicio,
Brillando en medio de tenebrosa tiniebla.
Tus dudas y mis miedos nos destrozan,
Sin dejar siquiera un atisbo de pasión,
Y dos almas gemelas juntas sollozan,
Despiden descorazonadas al gran amor.
Los agujeros del viento silban tu nombre
Y con talento me recuerdan tu sonrisa,
Te mando una carta sin sello en el sobre,
El cartero sabrá llevártela de forma precisa.
No lo he conseguido aunque dices que si,
Tengo un abono en tu plaza del olvido,
Allí guardo cola para curar mi cicatriz,
Sigo olvidándote, aunque no lo consigo.
Mañana te pediré que seas mi institutriz,
A pesar de que siempre me dejas tirado,
Déjame que intente ser un buen aprendiz,
Aunque prefieras tenerme muy alejado.
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