domingo, 29 de diciembre de 2013

1355 LOS OLIVARES III (CASTILLA 12)

 
Este sentimiento nace y brota muy sincero,
Pero a veces duda por tener tanta zancadilla,
Se levanta y canta alegre como un jilguero,
Y se pregunta: ¿Es la parte de mi costilla?

Te sueño cada noche como mi Cenicienta,
y apenas cierro los ojos un instante,
Me encuentro solo en medio de una tormenta,
Perdido y sin rumbo fijo como un navegante.

Cuando sale el sol después de la borrasca,
del cielo estrellado sobresale un lucero,
y aunque me encuentre en la lejana Alaska,
sabes que mi corazón es tu dulce prisionero.

Dame un beso mujer, que se que eres buena,
Y déjame acariciar tu preciosa melena,
Escóndete bien entre los rubios maizales,
Yo te encontraré siguiendo tus señales.

Después caminaremos juntos por los olivares,
Y cogido de tu mano te haré la mayor promesa,
Cuando llegue el alba con las luces solares,
Podré ver más clara tu cara de sorpresa.

¡Cuántas noches de desvelos con calentura!
Intentando escalar a gatas por tu montaña,
¡Cuántos días infelices por añadidura!
Malviviendo por el afilado filo de la guadaña.

Nuestro camino nunca ha sido fácil ni llano,
¿Los motivos?, sabes que es todo lo que nos rodea,
¡qué difícil es tener lo que más se desea!
Aunque parece estar al alcance de la mano.

Por muchas gotas de agua que quepan en la mar,
Por mucho que pueda sudar por entero un pinar,
Por mucho que te pongas tan fría y tan arisca,
Lograrás enfadarme y que frunza el ceño,
Pero nunca levantarás en mí una ventisca,
Ni acabarás por romper del todo mi sueño.

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