El desasosiego navega por mis venas,
El corazón se me hiela, muerto de frío,
Mi alma se alimenta tan solo con penas.
A veces, ya ves, creo que desvarío,
Por tu frialdad, propia de las hienas,Con ganas de llorar, sin embargo río,
Por las calabazas que das a manos llenas.
A veces tus palabras son como un largo río,
Que desemboca en tu mar de olvido apenas,Se te olvida que estás llena de poderío,
Y que es mucho mejor hablar por las buenas.
A veces, las más, te pasas de largo de tronío,
Me dejas el alma maniatada entre cadenas,
Amarrada entre vientos de un norte sombrío,
No llegará el día en el que te desmelenas.
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