Mari Carmen, tus muñecos
Doña Rogelia primero
Llorando por su sendero,
Deja tristes recovecos.
Los diálogos quedan secos,
Nícol, frío como el acero,
No puede decir ni un pero,
Ya no resuenan sus ecos.
Han tropezado tus zuecos,
Y vuelves al candelero,
llora un lloro verdadero
Daisy, con labios resecos.
¿Qué hacemos con Rodolfo?
Con sonrisa sempiterna
Hoy me quito el sombrero.
¿Y con el proseo tan golfo?
¿Quién nos queda en la terna?
¿Quién para este aguacero?
Calella, 16/06/23 – 17:23
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