Sus maridos ya no duermen en sus ombligos,
Sus amistades les dan con la espalda en las narices,
Ya no pueden rebatir lo que les digo,
Porque cuando lo digo, sumo y sigo,
Es porque les he visto en sus ideas varices,
Que son como serpientes que se dan de bruces,
Y buscan cobijo como cualquier mendigo.
Entonces es cuando pierden el oremus,
Cuando intentan huir hacia delante,
Cuando lanzan otro órdago jugando al mus,
Cuando sienten en su cerebro que un grano de pus
Las roba la entelequia y las vuelve pedantes,
Las ciega el intelecto y las vuelve arrogantes,
Se abrazan a tu amistad y te piden un plus.
Y en la claridad de un cuarto oscuro,
Redimen todos sus pecados,
Aunque nadie da ya ni un euro
Y chocan contra un muro duro,
De sentimientos encontrados
Heridos y desfilachados
Por lenguas de lenguaje impuro.
Pobrecitas hijas bastardas
de un pretérito imperfecto del futuro,
Porque calzan pantalones en vez de faldas,
Cuando hablan y proponen entre ellas bromuro
Para las vidas ajenas de cualquier Mafalda.
Pobrecitos seres inanimados
del día después,
Que aún no se han enterado
que vivir es
Bailar dibujando corazones
con los pies.
