RIPIO 93 –
10/10/19 – 13:53
En la espera de que suba el ascensor,
Te atusas el pelo, te peinas la cara,
Sales con garbo, atropelladamente,
Alzas al cielo añil tu preciosa
mirada,
Y entonces, de golpe, caes en la
cuenta,
De lo que has olvidado sobre la
almohada:
Tus besos, tus caricias, tus gemidos,
Tus maullidos erizados de gata.
Unos entrecortados te quiero, unos
celos,
Y a los pies de la cama, una camisa
arrugada.
Subes al coche, buscas una emisora,
me llamas,
Conduces como levitando, en una
ciudad extraña
Por la que pasas a diario, no te
suena nada,
Estás en tu mundo perfecto encerrada,
Tu imaginación vuela, con alas, sin
guiarla,
Al centro neurálgico de la pasada
madrugada.
Deseas repetir, cuanto antes, la
misma jugada,
Volver a quedar para ir al cine, una
cena,
Un buen copazo de ginebra sonrosada,
Unos chistes, unas miradas nerviosas,
Unas risas, una conversación
acalorada,
Más miradas expectantes, y más risas,
Un guiño, una mano nerviosa y
alterada,
Un paseo asidos por la cintura,
Una luna lunera en la mar reflejada,
Una rebeca por los hombros de mi
enamorada.
Llegamos, poco a poco, al portal de
casa,
En la puerta hay una farola
iluminada,
Baja el ascensor presto a la llamada,
Subimos, entramos, queda la puerta
cerrada,
Y frente a nosotros aguardan unas
sábanas,
Que ansían acoger la guerra de la
madrugada.
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