Me regocijo al mirar tu mirada,
Esa que me mira como a deshora,
Mi vida, al notarla, se decora,
Disfrutando de mi frente nevada.
Niégate que vives enamorada,
No confundirás al que te enamora,
Tu alma cuando ve que se aleja llora,
La margarita muere deshojada.
Tu ataque de cordura, de repente,
Pretende cortar de cuajo tu alegría,
Dejando caer al amor como un copo.
La blanca nieve se instala en tu frente,
Para tus adentros tu alma se sonríe,
Cuando nota que soy yo el que la arropo.
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